A la hora de jugar un partido de fútbol ningún entrenador se saltaría un calentamiento físico dado que sus principales funciones , entre otras, son:
– preparar al organismo para llevar a cabo una actividad más intensa
– facilitar la estimulación del sistema neuromuscular y la activación de las funciones cardiorrespiratorias
– reducir la posibilidad de padecer lesiones musculares y/o articulares.
Ahora bien…¿¿y el calentamiento psicológico??
Muchos futbolistas después de los partidos manifiestan haber vivenciado durante el transcurso del mismo sensaciones o emociones negativas como: “me puse nervioso en varios momentos del partido”, “no podía controlar la situación”, “era un partido poco importante”, “las decisiones del árbitro afectaron a mi juego de manera negativa”, “mandaba el balón justo dónde no era”, “fallé y me vine abajo el resto del partido”, “podría haberme esforzado más”, “me sentía poco motivado para jugar este partido”, “me sentí muy presionado”, “tenía miedo a perder”, “no tenía confianza en mí mismo”, “me pasé el resto del partido pensando en los errores cometidos”, etc…
El calentamiento psicológico de un partido toma especial relevancia, dado que se dan situaciones muy diversas dependiendo si: